Por: Centro Pablo
24 de Noviembre de 2020

UN AÑO MOVIDO
Por Argelio Santiesteban
En efecto: así fue el 1933.
La tiranía machadista despliega su inmisericorde represión. Son asesinados Margarito Iglesias, Antonio Pío Álvarez, Mirlo Milian, América Lavadí, Mario Manduley…
Tras difundirse la falsa noticia de que había caído el gobierno, el pueblo se lanza a la calle para festejar el hecho. Serán ametrallados por la fuerza pública.
En San Luis, Oriente, se levanta en armas Tony Guiteras. Habrá también alzados en Las Tunas.
Al fin, en agosto, una huelga general priva al tirano de su residencia, en Refugio número 1 (Palacio Presidencial).
Seguirá una etapa convulsa. Sargentos y civiles derrocarán al presidente interino, Carlos Manuel de Céspedes Quesada. Viene la Pentarquía. Y el Gobierno de los Cien Días, presidido por Grau y con Guiteras en papel protagónico.
Batallas en plena Habana: Hotel Nacional y Castillo de Atarés.
Pero la vida sigue su curso.
Nacen: el historiador Jorge Ibarra Cuesta; Leonardo Acosta, musicólogo, escritor y periodista; el contrabajista Orlando López Vergara, Cachaíto; el músico Pedro Izquierdo, Pello el Afrokán.
Mueren Juan Gualberto Gómez y Enrique José Varona, patriotas y hombres de pensamiento.
Sublevación de los enfermos en el leprosorio de El Rincón, por el mal trato que reciben.
Alejo Carpentier escribe la versión definitiva de su novela Écue-Yamba-Ó.
Aterrizan en Camagüey, tras cruzar el Atlántico, los pilotos españoles Barberán y Collar.
Abre sus puertas el habanero hotel Saratoga.
En París, Kid Chocolate y Carlos Gardel establecen una cordial amistad.
¿Y Pablo?
Año accidentado para nuestro héroe.
El 3 de enero es detenido y enviado a la cárcel capitalina del Castillo del Príncipe. Al salir escribe el conjunto de artículos “105 días preso”, publicado en El Mundo.
Poco después vuelve a ser apresado y ahora lo confinan en el llamado Presidio Modelo. La nueva estancia carcelaria generaría la serie de artículos “La isla de los 500 asesinatos” –en el periódico Ahora— y su libro Presidio Modelo.
Ya en libertad, parte hacia el exilio, junto a su muy amada Teté.
De la gran urbe norteña comentaría, con su habitual chivadera cubana: “Teníamos al frente la vista de New York, que es una mierda y que ni siquiera es tan grande como cuenta la gente”.
Cuando el pueblo saca del poder, a patadas por el trasero, al Mussolini Tropical, al Asno con Garras, él viene, presuroso que se mata, al reencuentro con la patria adorada.
Para seguir guerreando.
PIE DE IMAGEN: El tenebroso Castillo del Príncipe, donde por entonces estuvo “alojado”.
Imagen tomada de Wikipedia.org
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